Inteligencia emocional y rentabilidad
Soy
psicóloga especializada en Recursos Humanos. Creo firmemente que la clave de
una organización está en sus personas, y en la capacidad que tenga para
propiciar que se desarrollen y se impliquen, así como en atraer y retener a las
que demuestran su valía. Como tengo esta creencia y me entusiasma mi trabajo y
las posibilidades que ofrece, continuamente estoy hablando sobre temas como la
inteligencia emocional, la comunicación, la participación, la escucha activa y
cosas por el estilo. En mi oficina estoy rodeada de gente de números, entorno
en el cual puede decirse que soy la persona que introduce aspectos un tanto
novedosos en el día a día. Así que el día que aparecí hablando de Inteligencia
Emocional, mis compañeros de números me plantearon las siguientes preguntas,
cuyas respuestas pienso que pueden ser interesantes para todas aquellas
personas que, como ellos, necesitan argumentos sólidos y no sólo palabras
bonitas para considerar la utilidad de las cosas.
La
primera pregunta, por supuesto, fue: “¿Pero
qué es eso de la Inteligencia Emocional?”. La respuesta es relativamente
sencilla: manejar inteligentemente las emociones. Lo cual tiene una importancia
vital, porque las emociones están presentes en todos los ámbitos de nuestra vida,
incluyendo el trabajo, no son un abrigo que colgamos al llegar a la oficina o
la fábrica y nos volvemos a poner al marcharnos a casa. Y si alguien tiene
alguna duda sobre este punto, le planteo que preste atención en la próxima
reunión a la que tenga que asistir y se fije en las emociones que se ponen en
juego, cómo se expresan y en cómo afectan al desarrollo de la reunión y a la
toma de decisiones.
Una
vez despertado el interés, llega el desánimo: “Pero eso...será difícil. Yo soy como soy, y no puedo cambiar”. Tengo
una buena y una mala noticia para quienes utilizan este argumento (¿o excusa?)
para seguir haciendo siempre lo mismo. La buena noticia es que el carácter, que
es la base de este razonamiento, tiene tres componentes:
CARÁCTER
= TEMPERAMENTO + HÁBITOS + PENSAMIENTO
De
estos tres componentes del Carácter, el Temperamento no se modifica o se
modifica muy poco a lo largo de nuestra vida. Pero los Hábitos son adquiridos,
y se puede aprender a Pensar de forma positiva. Así que la buena noticia es que
de los tres componentes del carácter, podemos intervenir sobre dos de ellos, de
manera que... ¡podemos cambiar! Si no cambiamos es porque no queremos, en el
sentido de que para aprender algo, cómo es la adquisición de nuevos hábitos o
el pensamiento positivo, tenemos que querer el cambio, tenemos que encontrar la
motivación, la fuerza que nos mueve a la acción.
La
“mala” noticia es que esto nos va a costar un esfuerzo, y un esfuerzo
importante, porque para cambiar hábitos hay que adquirir otros nuevos, y la siguiente
pregunta que se plantea, la tercera, es: “¿Cómo
se aprenden nuevos hábitos?” Cuando hablamos de adquirir nuevos hábitos
hablamos de adquirir nuevas competencias, es decir, comportamientos
observables, habituales y que conducen al éxito. Esto quiere decir que hablamos
de acciones medibles que se pueden aprender.
¿Cómo
aprendemos? Siguiendo cuatro pasos:
1º Somos inconscientes de la incompetencia.
En el momento en que me doy cuenta que hay algo que no sé hacer, puedo ponerle
remedio, antes no.
2º
Somos conscientes de la incompetencia, ahora podemos decidir si adquirimos un
nuevo hábito o no.
3º
Supongamos que hemos decidido que sí, que merece la pena aprender algo nuevo, y
trabajamos para adquirir el hábito. Ahora somos Conscientes de la nueva
Competencia adquirida, tenemos una nueva destreza, que ponemos en práctica, al
principio con mucho esfuerzo y poco a poco con mayor facilidad.
4º
Si somos constantes, llega un momento en que dominamos la competencia y no
necesitamos hacer un esfuerzo consciente para ponerla en práctica, la hemos
interiorizado y se ha convertido en un hábito, ¡enhorabuena! Somos
Inconscientes de la nueva Competencia.
La
cuarta pregunta, o reflexión, porque se plantea de las dos maneras, es: “Pero esto, ¿cuesta mucho? Seguro que lleva bastante tiempo”. La
verdad es que es necesario un esfuerzo, aunque yo diría que como bastantes
cosas que merecen la pena. Si pensamos en todo el tiempo que hemos dedicado en nuestra
vida al aprendizaje de materias como las matemáticas, el lenguaje, la historia,...
el tiempo dedicado a estudiar una carrera, y luego pensamos en el tiempo que
hemos dedicado a aprender a manejar inteligentemente las emociones, ¿cómo nos
sale el balance? ¿Acaso no merece la pena dedicar un poco de esfuerzo consciente
a practicar el autoconocimiento, la autorregulación emocional, la empatía, la motivación,
las habilidades sociales? Sinceramente,creo que sí.
Y
a partir de aquí, me plantean la quinta pregunta: “Vale, merece la pena, ¿y esto se puede aprender?”. Rotundamente,
sí. SÍ. La inteligencia emocional se puede aprender, y se puede desarrollar y
de hecho se desarrolla a lo largo de toda la vida de una persona, independientemente
de la edad que tenga. En este punto, como ya hemos agotado las preguntas que se
refieren a uno o a una misma, ¿qué pasa? Pues que la siguiente cuestión que se
plantea, que hace el número seis, se dirige al exterior, al entorno. Y
normalmente va acompañada de un suspiro:
“Pero
con Fulano, o Mengana, no hay nada que hacer. Porque todo le parece mal. Y esto
en mi empresa no va a funcionar, porque tengo un grupito que hagas lo que
hagas, te lo revienta”.
Para
responder a esto, yo me fijo en la Campana de Gauss. Cuando planteamos algo,
siempre vamos a encontrar personas que se opongan. Pueden tener una razón
personal, una experiencia previa negativa, una actitud que les impide ver lo que
puede tener de positivo algo nuevo. Pero van a estar ahí, y tenemos que contar
con esas personas.
También
vamos a encontrar personas que se entusiasmen, que les parezca una buena idea o
que sientan curiosidad por algo nuevo que les resulta interesante, personas
dispuestas a tirar del carro. Y por último, vamos a encontrar muchas personas
que van a estar ahí, en medio, que no se van a entusiasmar y tampoco a tirar
piedras, que van a mirar qué hacemos y a colaborar si se lo pedimos.
Curiosamente,
solemos poner nuestra atención en el primer grupo de personas, las que no quieren.
Bueno, ¿y por qué no nos fijamos en el resto? ¿Vamos a olvidarnos
sistemáticamente de las demás, de aquellas con las que podemos contar o por lo
menos esperar que no nos torpedeen las ideas nuevas? Pues yo planteo que le demos
la vuelta a la tortilla: vamos a apostar por estas personas, por las que se
entusiasman, por las que colaboran, sin olvidarnos de las otras pero sin dejar
que nos lastren y nos condicionen.
Algo
importante que tenemos que considerar aquí, y más en el tema emocional, es que
las actitudes y emociones se contagian, y que si trabajamos con el colectivo
más receptivo, algo se les pegará a los de la cola.
Ya
vamos llegando al final, y como suele pasar, llegando al final recapitulamos y
retomamos las preguntas iniciales, y surge la séptima pregunta: “Vale, esto de la Inteligencia Emocional está
muy bien, pero... ¿qué tiene que ver con la rentabilidad? ¿Cuál es su relación
con la empresa?”
Pues
a estas alturas de la película, me lo habéis puesto muy fácil. Está reconocida
y demostrada la importancia de la motivación de las personas, suimplicación y
participación, y el ejercicio del liderazgo como aspectos fundamentales para
una buena marcha de la empresa. Se buscan personas que sean capaces de
auto-dirigirse y auto-motivarse, que sean proactivas, capaces de trabajar en
equipo y dirigir y motivar a otras personas. Todo esto está directamente
relacionado con la inteligencia emocional: la capacidad de autorregularse, de
relacionarse con otras personas, de gestionar conflictos, de conseguir un buen
clima laboral, reducir el absentismo...
Los
modelos de liderazgo más actuales están estrechamente relacionados con la
Inteligencia Emocional. Existe un modelo que identifica las competencias para
el liderazgo, y de las 25 competencias descritas, 19 están
directamente relacionadas con la Inteligencia Emocional y 6 tienen un carácter
más técnico.

¿Ya
lo tenéis? Sinceramente, ¿cuántas de estas características y comportamientos
guardan relación con la inteligencia emocional? Creo que habéis contestado
perfectamente a la séptima pregunta.
Con
lo que cerramos el círculo y podemos concluir que, si una empresa rentable
guarda relación con la participación y la implicación de las personas, con un
clima laboral favorable que reduzca el absentismo y la rotación no deseada, y
con el ejercicio de un liderazgo orientado a los resultados y a las personas
(que por cierto, son las que consiguen los resultados) y todo esto está
relacionado con las emociones y su manejointeligente, las emociones guardan,
sin ninguna duda, una estrecha relación con la rentabilidad.
Así
que acabamos volviendo a los números de mis queridos compañeros, que consiguen,
con sus dudas, sus preguntas y su curiosidad, mantener la relación entre la
razón y las emociones.
Sonsoles Castrillo
Ramonell
Enhorabuena a la redactora por el articulo.
ResponderEliminarSe nota lo que le entusiasma este tema por su forma de escribirlo.
Hay un montón de contenido útil para imprimir este post, releerlo, aprender y usarlo, en lo que significa el cambio y el desarrollo de la inteligencia emocional en lo personal y en otros ámbitos donde norsrelacionamos como los lugares de trabajo...
Eso es lo importante. Recuerdo palabras de R. Bisquerra, un maestro en la investigacion y divulgación de estos temas cuando dice que: "Las personas en las organizaciones están mas interesadas en ser aceptadas por las demás que en la tarea en sí".
Invertir en desarrollar la inteligencia emocional de una organización y de las personas que lo componen es rentable desde el minuto 1 en que se dedica a ello. Solo citar la respuesta que da Sonsoles en la pregunta 7 que se hace: "...la motivación de las personas, su implicación y participación, y el ejercicio del liderazgo como aspectos fundamentales para una buena marcha de la empresa. Se buscan personas que sean capaces de auto-dirigirse y auto-motivarse, que sean proactivas, capaces de trabajar en equipo y dirigir y motivar a otras personas."