La mochila como resultado de aprendizaje
¿Conocemos realmente qué
llevan en su mochila un facilitador de aprendizaje y un aprendiz?
Comenzamos un nuevo curso escolar, y entramos en el otoño, una
época del año que nos inspira sentimientos encontrados, de una parte sentimos nuevas
ilusiones, ganas de adentrarnos en nuevos proyectos, un atisbo de esperanza; De otra parte sentimos ansiedad por el desconocimiento de
qué debemos retomar o comenzar y de cómo lo haremos.
En resumen, recomendamos a todos los facilitadores de
aprendizaje y centros educativos que fomentar el desarrollo de la inteligencia
emocional en su alumnado desde edades
muy tempranas, será la mejor opción de siembra y que cuidándola no tardará en comenzar a dar sus frutos;
Frutos que como en la vida con el paso
del tiempo cada vez serán más cuantificables y sobre todo de mejor calidad.
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Mochila para el aprendizaje |
Algo que nos sucede a
todos los seres humanos por el mero hecho de vivir, y en todas las áreas de
nuestra vida, especialmente en el ámbito educativo.
Damos por supuesto que nuestros alumnos vuelven a nuestros
centros escolares con la mochila cargada, comparten buena parte de ella con el mismo material, las mismas ganas de ver a los amigos, de hacer otros
nuevos, pero también vuelven cargados de ansiedad, miedos, ilusiones, alegría,
en definitiva de emociones, pero
cada uno con las propias.
Sin embargo, pocos pensamos cómo comienzan nuestros facilitadotes de
aprendizaje o docentes y qué llevan en sus mochilas, al abrirla se observa que
va cargada de múltiples demandas, muchas
capacidades, nuevos proyectos, conocidos y nuevos alumnos, grandes retos,
dificultades en cuestiones administrativas, presupuestos insuficientes,
crecientes exigencias formativas y por supuesto sus propias emociones: alegría,
tristeza, miedo, ira, sorpresa y felicidad, cada uno vivenciando las suyas.
Desde nuestra experiencia podemos constatar que las emociones juegan un papel fundamental
en el aumento del bienestar personal, social y laboral del facilitador y en
consecuencia del alumnado, por lo tanto tenemos que aprender a reconocerlas, a
leer la información que nos transmiten, a gestionarlas del modo más adecuado, y
a transmitirlas para aumentar el bienestar propio y de aquellos que nos rodean.
Aún más, está demostrado que cultivar esa competencia aumentará
nuestra productividad como facilitadores, nuestra capacidad de automotivación, y de modo consecuente,
la habilidad para motivar a nuestro
alumnado fomentando una buena actitud
ante su proceso de aprendizaje y crecimiento. Es decir, si hacemos un uso inteligente de las emociones para
que estas guíen nuestros
pensamientos y conductas en nuestro propio beneficio y el de los demás, recogeremos
una buena cosecha años más tarde.
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Mochila emocional |
Cuantificables porque obtendrán mejores resultados académicos, según estudios realizados el rendimiento
académico del alumnado aumentará en un 20-30%, pero sobre todo lo que una
sociedad que apuesta por el bienestar tendría que considerar más importante, de
mejor calidad; es decir, personas más espáticas,
autónomas, solidarias, exitosas personal y profesionalmente hablando, en
definitiva sociedades con mayor conciencia social.
Llevamos la mochila con dos complementos, lo intelectual y lo
emocional, aún nos queda espacio para
algunos más, entre ellos la inteligencia
emocional y la conciencia social, comencemos a llenarla…!
Yolanda Charte Fernández
Psicóloga formadora en Inteligencia Emocional.
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