Punto de partida... Primeras ideas sobre los "básicos emocionales"
BASICOS EMOCIONALES
Trabajamos sobre la intuición de que las emociones agrupadas en conjuntos, que hemos denominado básicos, son un objeto de trabajo más adecuado para aprender y/o mejorar el manejo de las mismas. La realidad emocional es compleja y ésta deriva de la cantidad de sentimientos diferentes que somos capaces de percibir, del distinto origen de muchos de ellos, así como de la diferente influencia que ejercen sobre nosotros. La complejidad emocional radica también en las relaciones que se producen entre emociones distintas en un mismo individuo, en la propia reacción pluriemocional que muchas situaciones ocasionan a las personas.
Hay muchas clasificaciones de emociones o de sentimientos. Algunas se centran en el tipo de soporte fisiológico que utilizan, otras clasificaciones tienen más en cuenta la necesidad sobre la que alertan, las hay que establecen la categorización por el grado de intensidad de las mismas. Al final diferentes esfuerzos por intentar organizar con criterios lógicos la diversidad del complejo mundo emocional.
Desde ese punto de vista, el de aportar a la clasificación de las emociones, seguimos la intuición de que las emociones se pueden agrupar en torno a unas cuantas situaciones o emociones alrededor o dentro de las que giran o militan las demás. Es lo que hemos venido a llamar “básicos emocionales”. La pérdida entendemos que es uno de estos “básicos emocionales”. No se trata de una emoción propiamente dicha, sino de una situación en la que el componente emocional suele ser muy determinante. La pérdida es un proceso y por ello engloba emociones que van desde la tristeza o el duelo, la depresión o la rabia, hasta la aceptación. Resulta interesante poder trabajar las emociones desde un punto de vista procesual puesto que con el tiempo y con el aprendizaje la emoción puede ir cambiando. Lo que más nos importa más es la parte de esta reflexión que nos ayude a obtener pistas para poder mejorar en nuestra capacidad de gestionar mejor las emociones.
Trabajamos sobre la intuición de que las emociones agrupadas en conjuntos, que hemos denominado básicos, son un objeto de trabajo más adecuado para aprender y/o mejorar el manejo de las mismas. La realidad emocional es compleja y ésta deriva de la cantidad de sentimientos diferentes que somos capaces de percibir, del distinto origen de muchos de ellos, así como de la diferente influencia que ejercen sobre nosotros. La complejidad emocional radica también en las relaciones que se producen entre emociones distintas en un mismo individuo, en la propia reacción pluriemocional que muchas situaciones ocasionan a las personas.
Hay muchas clasificaciones de emociones o de sentimientos. Algunas se centran en el tipo de soporte fisiológico que utilizan, otras clasificaciones tienen más en cuenta la necesidad sobre la que alertan, las hay que establecen la categorización por el grado de intensidad de las mismas. Al final diferentes esfuerzos por intentar organizar con criterios lógicos la diversidad del complejo mundo emocional.
Desde ese punto de vista, el de aportar a la clasificación de las emociones, seguimos la intuición de que las emociones se pueden agrupar en torno a unas cuantas situaciones o emociones alrededor o dentro de las que giran o militan las demás. Es lo que hemos venido a llamar “básicos emocionales”. La pérdida entendemos que es uno de estos “básicos emocionales”. No se trata de una emoción propiamente dicha, sino de una situación en la que el componente emocional suele ser muy determinante. La pérdida es un proceso y por ello engloba emociones que van desde la tristeza o el duelo, la depresión o la rabia, hasta la aceptación. Resulta interesante poder trabajar las emociones desde un punto de vista procesual puesto que con el tiempo y con el aprendizaje la emoción puede ir cambiando. Lo que más nos importa más es la parte de esta reflexión que nos ayude a obtener pistas para poder mejorar en nuestra capacidad de gestionar mejor las emociones.
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